La Túnica Palmaria

miércoles, 29 de febrero de 2012

El poliamor es el encuentro entre el amor sentimental y el amor universal, Yves-Alexandre Thalmann


En Estados Unidos existen diversos grupos y asociaciones de personas poliamorosas, para defender sus derechos y promover su causa. En Europa, el movimiento está empezando a darse a conocer más recientemente y con menos fuerza. Tanto en Europa como en Estados Unidos, se da un mayor número de activistas entre las mujeres.
El amor exclusivo, por definición, no es amor.  Al igual que puedes amar a muchos amigos a la vez, a todos tus hijos o a tus hermanos y hermanas, el amor sentimental puede expresarse en varias personas a la vez.
Según Yves-Alexandre Thalmann, sí, es posible amar a dos o más personas a la vez y no estar loco.
Pregunta: ¿Cuál es el origen del amor? ¿El amor sale de dentro y se proyecta fuera? ¿O se origina fuera, inspirado por alguien, y se experimenta dentro?
Yves-Alexandre Thalmann: El amor es un estado de la mente, del corazón. Crece dentro. Donde se origina, no lo sé. Probablemente dentro también.
Si es un sentimiento que nace y crece dentro, propio y personal, ¿debe proyectarse hacia todo lo que nos rodea? ¿O bien se fija en una sola cosa o persona en exclusividad?
En el amor se da una paradoja. Si te fijas, en toda clase de amor que conocemos (maternal, familiar, de amistad) nunca es exclusivo. Una madre no quiere sólo a un hijo o hija, sino a todos; en la familia, con las amistades. ¿Por qué el amor sentimental debe ser exclusivo, sólo dirigido a una persona? ¿Por qué no inclusivo, y dejar que se desarrollen otros amores, otros deseos y sentimientos, otras relaciones profundas?

Dígamelo usted. ¿Por qué no ocurre así?

Por la cultura. Las personas estamos condicionadas desde pequeñas, cuando observamos que tenemos un padre y una madre y no hay más. Nos alimentamos de esa "realidad" en los cuentos de hadas, en las películas. Nuestra cultura sólo admite las relaciones sentimentales de a dos. Lo demás es considerado como aberraciones. Pero no existe ninguna razón biológica ni social para que el amor sentimental deba ser exclusivo.
¿En qué consiste exactamente el "poliamor"?
Es una forma de amar. Hay otras formas como la pareja exclusiva, la poligamia, la poliandria, la monogamia o monoandria serial, etc. A diferencia de todas las demás, el poliamor no es restrictivo, no se atiene a normas, excepto en lo que a valores se refiere. El poliamor se basa en la igualdad de derechos, el respeto, la comunicación franca y la no posesividad.
¿Y el resto de las formas de relación amorosas no?
No. En la mayoría de las otras formas no se respeta el derecho de la otra persona a sus sentimientos y deseos por otras personas. Por eso se reprimen o bien se realizan y se ocultan, se miente, no existe comunicación sincera, se basa en la pertenencia mutua o bien (y esto ocurre en el fondo en la mayoría de los casos) en el sentido de posesión de uno o más miembros (en el caso de la poligamia) por el otro, generalmente el que ejerce el control es el hombre.

En concreto, ¿cómo se desarrollaría una relación de poliamor?

Tú mantienes una relación amorosa con una pareja, a sabiendas de que en un momento dado esa persona puede mantener otras relaciones, puntuales o no. Y no me refiero sólo sexuales, sino sentimentales y completas. Ella tiene el derecho a materializar y desarrollar otros amores que surjan en su vida, lo mismo que tú.
¿Todo es así de bonito y fácil en las relaciones poliamorosas?
Nadie ha dicho que  sea fácil, tampoco el resto de las relaciones lo son. Sólo que el resto de las relaciones te mantienen atrapado en tus sentimientos de apego, posesividad, control de la otra persona, inseguridad, miedo, etc., todos ellos sentimientos humanos negativos, que te impiden crecer, pero legitimados de alguna manera por el sistema, y en el poliamor te obligan a enfrentarte a ellos, te saca del egocentrismo para obligarte a tener en cuenta los derechos de la otra persona, incluido el derecho a la felicidad y su propio crecimiento personal. Y este crecimiento personal muchas veces pasa por desarrollar otras relaciones.
¿Cuáles son los grandes retos, a la hora me mantener una relación de poliamor?
El principal reto es que hay que reinventarlo todo. En las relaciones exclusivas al uso, cada cual conoce su rol, su función, sus compromisos, y todo ello va combinado con sentimientos de renuncia, culpa, bienestar, seguridad, traición, etc. etc. En las relaciones poliamorosas han de reinventarse conceptos como la fidelidad, que ya no es puramente sexual sino de confianza en la otra persona. Son básicos conceptos como el respeto, la sinceridad, la comunicación y, por encima de todo, la igualdad de derechos. Incluso la empatía. No haces o dejas de hacer algo porque le duele a la otra persona, ni pides lo mismo de ella porque te duela a ti, sino que utilizas ese dolor (del apego, la posesividad, el control, el egocentrismo) para crecer, juntos. Por encima de todo piensas en la libertad, la felicidad y los derechos de la otra persona, que son los mismos que quieres para ti. Por eso cuidas y alimentas tu amor por ella.
Antes hablabas de la infancia, cuando se nos inculca la pareja exclusiva como única forma de relación sentimental. Hablemos de los hijos, ¿cómo viven esta experiencia? ¿No son ellos precisamente los más críticos y exigentes, cuando ven que su madre y su padre son una pareja abierta al poliamor?
En teoría y de forma natural, a la criatura lo que le importa es que haya amor, que su madre y su padre estén enamorados. Pero es cierto que las costumbres culturales hacen una gran presión aquí, sobre todo al llegar a la adolescencia, que es una etapa en que todo lo ven de forma radical como blanco o negro. ¿Qué hacer entonces? Nada. Esperar a que se hagan mayores. Las cosas son como son y forma parte de su crecimiento el que lo acepten.
Además de psicólogo, eres profesor de instituto. ¿Cómo reaccionan tus alumnas y alumnos ante este tema?
La mayoría lo rechazan de plano. Es una edad en la que se barajan muchas inseguridades y la posibilidad de una pareja abierta, en la que la otra persona pueda enamorarse también de otras personas resulta amenazadora. Cuando hablo del tema en alguna conferencia, ya sea ante menores o mayores de edad, de cada 10 personas, 8 se niegan siquiera a pensar sobre ello; una puede escuchar con atención, incluso leer el libro, planteárselo en pareja y hasta descubrir conceptos nuevos y retos para desarrollar un amor más profundo y libre. Y tal vez sólo una persona lo entiende, conecta, se identifica y empieza a sentir "no estoy sola", "lo que siento no es una perversión ni una enfermedad". Mi libro está dirigido especialmente a todas esas personas que se sienten culpables, se ocultan y se ven obligadas a vivir sus sentimientos como si estuvieran dentro del armario.
Dado que es tan difícil vivir el poliamor, ¿puede ocurrir que tiendas a disfrazar el amor que sientes por otras personas para no poner en peligro tu pareja, identificándolas como simples relaciones de amistad?
Continuamente. En una cultura donde la moral imperante sólo acepta la pareja exclusiva, ante nuevas atracciones amorosas sólo te queda o bien mantener relaciones clandestinas (donde intervienen la mentira, la falta de respeto y multitud  de formas de culpabilidad, castigo y autocastigo) o renunciar a ellas, o bien disfrazar el amor como simple amistad. Pero eso tampoco es tan importante para una persona poliamorosa, para la cual el sexo no es lo fundamental. Mientras que en el resto de relaciones (exclusivas, polígamas o poliandrias, de intercambio, etc.) el sexo es crucial, en el poliamor lo que es crucial es la relación completa, la conexión emocional, los sentimientos, etc. Si hay sexo, bien; si no lo hay, qué vamos a hacerle. Eso no destruye tus sentimientos.
¿Por qué crees que se ha mantenido durante tanto tiempo y en tantas culturas a la vez la relación de pareja exclusiva?
No en tantas. Si estudiamos detenidamente las poblaciones y las culturas, vemos que la pareja exclusiva no es mayoría en el mundo. Pero sí es cierto que la sociedad patriarcal ha dado ventajas siempre al hombre, tanto en las relaciones monogámicas como en la poligámicas, incluso en las poliandrias. El hombre en una relación poligámica es el amo; en una relación poliandria (en la India, por ejemplo) la mujer no es la ama, es la esclava sexual de toda la familia masculina (los hermanos, el padre, etc.). La pareja monogámica exclusiva se plantea en realidad como una defensa y protección de la mujer, que aún sigue siendo considerada como una propiedad del varón. Pero no es casualidad que este tipo de relación haya dado lugar a fenómenos como la prostitución, el adulterio, etc., que han permitido al hombre mantener la pareja monogámica sin coartar sus deseos naturales.
¿De sexo alternativo?
Ese es el problema: que transgredir la supuesta moral les hace justificarlo con argumentos como que es sólo sexo, no hay implicación sentimental, etc. Con lo cual se está dando lugar a la explotación de otros seres humanos. Aparte de las mentiras, la doble moral y todos los problemas que acaba generando en la relación.
¿La alternativa es el poliamor?
El movimiento que reivindica el poliamor no intenta imponerlo ni hacer adeptos. Se trata de respetar la opción personal de cada cual. Quien opte por la pareja exclusiva, bien, pero quien tome otras opciones, como la del poliamor, bien también. Dejando claro que no se trata de un mero deseo de mantener muchas relaciones sexuales.
El poliamor es una mente abierta a amar de forma completa a varias personas a la vez, sentimental y físicamente No es sólo sexo y puede ocurrir que, por diversas circunstancias, el sexo esté ausente de la relación.
  
Ser una persona poliamorosa consiste en:
-          Abrirse al amor y responder favorablemente cuando se presente.
-          Trabajar continuamente sobre los celos y la posesividad.
-          Establecer las relaciones amorosas con sumo respeto y cuidarlas.
-          Esforzarse en comunicarse de forma clara y auténtica con sus parejas, renunciar a las mentiras y la manipulación.
-          Renunciar a desear controlar a la otra persona.
-          Cultivar un espíritu de gratitud por lo que se recibe sin exigencias a sus parejas.
-          Aceptar que tendrá que enfrentarse a la incomprensión, la desaprobación y el rechazo de otras personas, mientras que en tu cultura prevalezca la pareja exclusiva.
  
Los retos del poliamor.
La práctica del poliamor responsable no es compatible con la búsqueda de lo fácil. Los retos de este tipo de relación incluyen:
Respecto a la otra persona.
-          Darte cuenta de que tu pareja se ha enamorado de otra persona y ver brillar sus ojos cuando te habla de ella.
-          Comprender y escuchar a tu pareja cuando elogia los méritos y cualidades de su nuevo amor.
-          Ver cómo tu pareja se va a pasar un fin de semana de enamorados mientras tú te quedas en casa a cuidar de los hijos.
-          Consolar a tu pareja cuando vive un periodo sentimental más delicado, incluso un amor no correspondido o una crisis de relación con otra persona.
En tu experiencia personal.
-          Elegir con quién vas a salir en un momento dado.
-          Hacer frente al sufrimiento de alguien que te confiesa su amor, pero está con otra pareja exclusiva.
-          Renunciar al amor porque las personas amadas no quieren o no pueden entender la posibilidad del poliamor.
-          Tomar conciencia de que a pesar del amor recíproco, nunca podréis hacer vida en común.
-          Ser objeto de críticas, desprecio, o que te consideren socialmente como una persona pervertida, amoral, enferma, etc.
-          En definitiva, no poder vivir abierta y socialmente el poliamor, o bien afrontar tantas dificultades sociales para hacerlo.
    

El autor

Yves-Alexandre Thalmann es psicólogo, profesor y especialista en desarrollo personal. Actualmente ejerce como formador, conferenciante y consultor en relaciones humanas en Suiza. Es autor de diez libros y un declarado poliamoroso.
Publicado en www.crecejoven.com

Entrevista realizada por Marié Morales
http://totamor.blogspot.com/2012/02/el-poliamor-es-el-encuentro-entre-el.html

lunes, 27 de febrero de 2012

Donna Haraway y el Cyborg


De la misma forma que ha cambiado el concepto de poder en la sociedad de finales del siglo XX, también lo ha hecho la concepción del cuerpo. A partir de mediados del siglo XX el discurso de la medicina y la biología se ha desarrollado mediante un nuevo conjunto de tecnologías y de prácticas desestabilizadoras del privilegio simbólico del cuerpo orgánico, localizado y jerárquico. “Nuestro dominio ya no funciona mediante la medicalización y la normalización, sino creando redes, diseñando nuevas comunicaciones y gestionando el estrés” (Haraway). El cuerpo, como sistema de comunicación dado a la codificación.

Donna Haraway parte de la siguiente premisa, desde su “A Cyborg Manifesto” (1985): “Pertenecer al género “femenino” no es algo que una naturalmente a las mujeres en absoluto. Ni siquiera existe un estado tal como ser “femenino”, lo cual es ya en sí una categoría altamente compleja, fabricada en controvertidos discursos científicos acerca del sexo y en otras prácticas sociales. Género, raza, conciencia de clase son logros impuestos sobre nosotros por la terrible experiencia histórica de realidades sociales contradictorias: el patriarcado, el colonialismo y el capitalismo”.

Porque la naturaleza no es un complejo dado de características a las que estamos condenados para siempre, sino que, más bien, es algo construido, debemos todos abordar la tarea de reconstruirnos de otras maneras a fin de subvertir las normas culturales de nuestro tiempo, de concebirnos a nosotros mismos como proyectos abiertos antes que como entidades terminadas. Haraway  esgrime la estrategia de “reelaborar” nuestros cuerpos para convertirnos en cyborgs, criaturas que socavan las estructuras de poder sobre las cuales está basada la desigualdad de los géneros.

La palabra “cyborg” quiere decir cybernetic organism e indica un cuerpo, un organismo hecho de partes heterogéneas, espúreas: es una mezcla de partes humanas y animales, humanas y mecánicas, o animales y mecánicos.  El cyborg es un ser híbrido basado sobre la no-identidad de su cuerpo, la parcialidad de partes y funciones; es un cuerpo que nunca se cierra en una totalidad y que bien representa el sujeto auspiciable de la post-modernidad.

Haraway explica el Cyborg como una ficción que resitúa nuestra realidad social y corporal, sirviendo como recurso que puede ser utilizado para establecer interesantes relaciones, planteando la relación entre organismo y máquina como una frontera de guerra. El cyborgquiere ir más allá de cualquier referente, marxista o freudiano. El cyborg elude el surgimiento de la unidad original, de la identificación con la naturaleza en el sentido occidental. El cyborg, extraña criatura fronteriza que ocupa un lugar desestabilizador en las grandes narrativas biológicas, tecnológicas y evolucionistas occidentales. “El cyborg es una suerte de identidad personal, posmoderna y colectiva que se ensambla y desensambla. Ésta es la identidad que las feministas deben descodificar”.

La figura del cyborg es la manera para Haraway de salir de la trampa del género y, en efecto, para involucrarse en la reinvención de la naturaleza, de modo tal que todo un nuevo complejo de relaciones pueda emerger entre los humanos y su mundo. Haraway declara que “preferiría ser un cyborg antes que una diosa” porque los cyborgs superan efectivamente la biología y toda la historia social adherida a ésta. El cyborg es libre de la desigualdad de los géneros, cosa del pasado. El cyborg rechaza identificaciones “naturales” porque no quiere perpetuar la dominación, no necesita resistir o trabajar en contra, sino que actúa como un propulsor de conscientes e históricamente determinadas alianzas y contiendas políticas. Es un sujeto de coalición basado no en la biología o en la totalidad y unidad de un organismo fisiológico, sino en lo que Haraway llama “afinidades efectivas”, es decir, political kinship (parentesco político), pactos y coaliciones, acuerdos/ encuentros y siempre parciales y locales.

Los cyborgs ponen en duda la presunción de que lograr una identidad unificada es nuestro principal objetivo como individuos que somos. Así, la situación de las mujeres de color en los Estados Unidos de América y la explotación laboral femenina en los países en vías de desarrollo pueden ser ubicados bajo la esfera del concepto de cyborg, ya que ambos grupos femeninos jamás podrán adecuarse al estereotipo occidental (y blanco) de la identidad orgánica. Para la identidad occidental, ellas seguirán siendo un “otro” (el otro que implica una amenaza a su idea de unidad). Pero la “cultura de la alta tecnología”- en la cual no queda claro quién hace y quién es hecho en la relación entre humano y máquina- desafía el binomio identidad/alteridad., caso del “estado de trance” al que pueden llegar los usuarios de ordenadores, quienes podrían legar a preguntarse: “¿Por qué nuestros cuerpos terminan en la piel?”. Los cuerpos que no terminan en la piel son cuerpos que están abiertos a la posibilidad de combinarse con máquinas para incrementar su poder y su variedad de operaciones. Haraway: “El intenso placer en la habilidad, la habilidad de la máquina, deja de ser un pecado y se vuelve un aspecto de la corporeización. La máquina no es un eso que debe ser animado, adorado y dominado. La máquina somos nosotros, nuestros procesos, un aspecto de nuestra corporeización”. Para las mujeres este puede ser un paso enorme, ya que hay que tener en cuenta que la corporeización femenina ha sido tradicionalmente identificada con la crianza y con el instinto maternal. Rechazar este modelo es rechazar uno de los supuestos fundamentos de la cultura occidental.

 Para Haraway las dicotomías como las de yo-otro, mente-cuerpo, cultura-naturaleza- hombre-mujer, civilizado-primitivo, realidad-apariencia, privado-público, todo-arte, Dios-hombre, han contribuido a la dominación sistemática de todos aquellos que fueron constituidos como “otros”. Haraway contrapone a los mapas dicotómicos una imagen de red ideológica que sugiera la profusión de espacios e identidades y la permeabilidad de las fronteras del cuerpo. La cultura de la alta tecnología desafía los dualismos. No está claro quién construye y quién es construido en la relación entre lo humano y la máquina; no está claro qué es la mente y qué es el cuerpo en máquinas que se adentran en prácticas codificadas.

 La superación de la dualidad sujeto-objeto será dada como un proceso de implosión, esto es, una explicación producida desde dentro hacia afuera. Como ejemplo, el OncoMouse, el primer animal patentado en el mundo, un ratón transgénico que lleva dentro un oncogén activado y que se utiliza para experimentos sobre la génesis del cáncer, especialmente del de mama. Esta figuración  es un producto de la nueva tecnología genética pero, siendo gestada en el útero de la modernidad y dela Ilustración, su existencia rasga la matriz de su origen y aparece, así, por implosión, colapsando los dualismos animal-ser humano, máquina-organismo, naturaleza-sociedad. Su aparición pone en cuestión cualquier tipo de individualidad y de coherencia.

 El único “yo” posible hoy, según Haraway, sería the split self (“el yo dividido”), el “yo” fragmentario, el “yo” contradictorio. La topografía de la subjetividad es multidimensional. “El “yo” que conoce es parcial en todas sus facetas, nunca está acabado; está siempre construido y remendado de modo imperfecto y, por tanto, es siempre capaz de unirse al otro, de ver junto al otro sin pretender ser el otro”.

 El sujeto dividido tiene doble visión. “La visión requiere instrumentos de visión”. Los instrumentos de visión hacen de intermediarios entre los puntos de vista. No existe una visión completa de, por ejemplo, los subyugados (por el género, la raza o al clase) porque esa visión acabaría en un esencialismo. No hay, pues, una visión inmediata desde el punto de vista de los subyugados. La identidad, incluida la auto-identidad, no da lugar a la ciencia; en cambio sí lo hace el posicionamiento crítico, que para Haraway es la objetividad. Un científico busca la posición de objetividad del sujeto, no la de identidad; y la posición de objetividad es la de “conexión parcial”. Es decir, para Haraway la situación de estar oprimida no puede ser la base de una nueva ontología, pero sí puede convertirse en  una clave para ver de otra forma.

 En definitiva, la división, la fractura son imágenes privilegiadas para abrir paso a espacios narrativos de sujetos y agente no-isomórficos, cuya visión ya no es devoradora, generadora e ilimitada como el ojo de Dios o como lo que Zoe Sofoulis llama el “ojo caníbal” del sujeto masculino. La única visión posible es difractaría, entendiendo la difracción como una “cartografía de la interferencia”.

 Si bien es innegable que el cyborg es una figuración mítica hecha desde el feminismo, también sirve para pensar la llamada “posición sujeto” en general, esto es, nos ayuda a reconstruir y detectar posibles agentes sociales, a través de lo que Haraway considera una “política de la localización”. “El cyborg cumple la función básica de hacer visible el momento-posición donde localizar el posible agente social y desde el que intentar movimientos de transformación no inocentes. Es, por tanto, una especie de variable independiente que puede referirse a diferentes cosas, pero no a cualquier cosa. A propósito de esto García Selgas señala que “el cyborg sería la figura que anuda los principales argumentos o temas de nuestras narrativas de identidad y permite materializar, encarnar o ver los acontecimientos, las tensiones y las condiciones que hoy perfilan a los posibles agentes sociales”.

 La figura del cyborg y la política de la localización se pondría en relación con la de “los otros inapropiados/bles de Trinh T.Min-Ha, la lesbiana negra como centro de la “casa de la diferencia” (Audre Lorde), “la conciencia de oposición” (Chela Sandoval), el “desplazamiento desde el centro a los márgenes” y de la “conciencia subalterna” (Gayatri Chakravorty Spivak), “la mestiza” de Gloria Anzaldúa; el “mundo zurdo” de Cherrie Moraga, la mujer del Tercer Mundo (Chandra T.Mohant). Es significativo que todas las nombradas se puedan englobar dentro de la expresión, aún difusa, “feminismo poscolonial”, del que Haraway puede considerarse inspiradora.

 
Accede a la conferencia “(Re)pensando la figura del cibor” (21/02/11), de Carmen Romero Bachiller y Rubén Blanco, en Medialab-Prado.

http://tifoideo.wordpress.com/2012/02/20/donna-haraway-y-el-cyborg/
 
 
 

Diario de una bollera Gorda y su novia


Por: Charlotte Cooper
Traducción: Jessica R. DeCamp
Lettering: Miriampersand

Mi novia Kay Hyatt y yo tenemos un
grupo que se llama Homosexual Death
Drive. Nuestro talento musical es mínimo,
y el grupo lleva un rollo DIY lo-fi queercore.
No queremos ser las mejores músicas, ni
ser famosas, ni entrar en los típicos juegos
de la industria musical; solo queremos ser
chungas y libres juntas, expresarnos, y ver
si podemos salirnos con la nuestra.
dicieMbre
2010
Nuestro primer concierto es en Club Milk.
Forma parte de un festival en una casa
okupa en Camberwell (el Ratstar, que luego
será redado y evacuado antes de la Boda
Real en Abril 2011). Estoy nerviosa la semana
antes de la actuación, porque llevo todo
el mes componiendo canciones por primera
vez e intentando aprendérmelas. Es tarde
y hace un frío que pela y cuando por fi n
salimos a tocar, me planto en el escenario
y soy incapaz de mover los pies. Después,
cuando veo las fotos, pienso que parecemos
pequeñas y vulnerables. Pero tocamos. Kay
lleva pantalones cortos y destroza a patadas
unas casas de cartón, como Godzilla, y
nos aplauden y vitorean más que a nadie.
El estribillo de una de nuestras canciones
dice:
Primero te follamos
Luego te matamos
Luego te comemos
Luego te cagamos
Yo lo escribí y alucino cuando veo que la
gente se sabe la letra. Ros, que toca con
Trash Kit y Electrelane, se acerca a felicitarnos
después del concierto con los ojos
ardientes. Me siento tan feliz.
MaYo
2011
Milagrosamente, dado el aburguesamiento
masivo y la demolición de los lugares
de Londres donde la gente como nosotras
puede tocar, nos invitan a tocar de nuevo,
esta vez en el Scumbag, otro rollo queer DIY
barriobajero. Compongo algunas canciones
nuevas y nuestro amigo Bill Savage nos
hace unas chapas para regalar.

continua en http://www.unabuenabarba.com/     Cultura queer sin afeitar

viernes, 24 de febrero de 2012

¿Será niño o niña?


June Fernández y Paloma Migliaccio
El sistema sanitario decide en qué género vivirán los bebés que nacen con algún tipo de intersexualidad. Activistas e investigadoras debaten si la cirugía de asignación es necesaria para crecer en una sociedad binaria, o una forma de mutilación genital que atenta contra la autonomía sexual de quienes no encajan en las etiquetas “hombre” y “mujer”. La discusión esconde una pregunta de fondo: ¿es la intersexualidad una patología o una clara manifestación de la diversidad sexual?
Intersex
Kali Sánchez
Incluye entrevistas a activistas:
Imagina que das a luz un bebé cuyos genitales no se corresponden con los considerados femeninos o masculinos, ya sea porque son ambiguos o porque presentan características de ambos sexos. ¿Qué ocurre en esa situación? ¿Quién toma las decisiones y en qué se basa? En resumen, el equipo médico recomendará seguir un protocolo que, según el síndrome diagnosticado, establecerá si el bebé ha de ser considerado hombre o mujer en base a las recomendaciones de un protocolo internacional. Su cuerpo será modificado a través de cirugía y hormonación.
La última palabra la tienen las familias, pero en la mayoría de casos se encuentran sin recursos para tomar una decisión libre de prejuicios e informada, y bajo la presión de  tener que adivinar qué será lo mejor para sus hijos o hijas en una sociedad en la que aceptar la diversidad sigue siendo una asignatura pendiente. Frente a quienes entienden que las intervenciones quirúrgicas son necesarias para que los bebés crezcan en un entorno marcado por el sexismo, el activismo intersex reclama que se deje de intentar normalizar sus cuerpos a golpe de bisturí.
La profesora de Biología y Estudios de la Mujer de la Universidad de Brown Anne Fausto-Sterling define a las personas intersexuales como aquellas que se salen del molde de lo que se considera macho o hembra. “En el mundo biológico idealizado y platónico, los seres humanos están divididos en dos clases: una especie perfectamente dimórfica” que presenta claramente diferentes características primarias (genitales, cromosomas) y secundarias (por ejemplo, la cantidad y distribución del vello). Fausto-Sterling advierte en su libro Cuerpos sexuados (Sexing the Body, 2000) de que esa narración pasa por alto la infinita diversidad que caracteriza a las personas: no sólo porque existen mujeres velludas y hombres imberbes, sino  porque “los cromosomas, las hormonas, las estructuras sexuales internas, las gónadas y los genitales externos: todos tienen más variaciones que lo que la gente supone”. Así, se considera intersexual a quien presenta alguna de esas variaciones.
Se estima que el 1% de la población tiene alguno de los 50 síndromes asociados a la intersexualidad
Poca gente conoce esa denominación. La popular, “hermafroditismo”, mitifica y distorsiona esta realidad, evocando a personas que tienen genitales femeninos y masculinos a la vez. Como dice el filósofo y activista intersex Mauro Cabral, todo el mundo sabe de alguien del que se cuenta que es “hermafrodita”. La sospecha de intersexualidad vertida sobre dos personajes de proyección internacional, la estrella del pop Lady Gaga y la atleta Caster Semenya, ha protagonizado titulares en los últimos meses, pero siempre envuelta de una mezcla de morbo, prejuicios y estigma. Esa distancia y extrañeza con la que se habla de la intersexualidad hace que mucha gente piense que es una leyenda urbana.
Pero, pese a la falta de cifras fiables, se estima que sumando a las personas afectadas por  alguno de los alrededor de 50 síndromes asociados a la intersexualidad, podrían englobar al 1% de la población mundial. Eso sí, el porcentaje estimado de bebés que presentan una variación genital susceptible de ser intervenida se queda en el 0,018%.
El movimiento queer (corriente que cuestiona el binarismo de género) ve en esta invisibilización una intencionalidad política, dado que encuentra en las personas intersexuales la prueba de que el sexo es múltiple y diverso, y que es la sociedad sexista la que se empecina en clasificar a las personas en dos categorías únicas. De hecho, fue un psicólogo conductista, John Money, quien utilizó en los años 50 la categoría género para defender que a un bebé intersexual se le puede aplicar cirugía y terapias correctivas para que desarrolle la identidad de género asignada, sin importar lo que digan sus cromosomas.
Para el movimiento queer, la propuesta de Money provoca una paradoja: al contrario de cómo explica el feminismo el sistema sexo-género (sexo como condición biológica y género como construcción social, condensada en la cita de Simone de Beauvoir, “la mujer no nace, se hace”), resulta que el sexo es múltiple y se usa la categoría “género” para reducirlo a dos únicas posibilidades.
La Organización Internacional de Intersexuales considera las operaciones como una
mutilación genital que una sociedad sexista y fundamentalista impone a los bebés que se salen de la norma
La Organización Internacional de Intersexuales (OII) no duda en considerar que las operaciones de asignación sexual son formas de “mutilación genital” que una sociedad “sexista y fundamentalista” impone a los bebés que se salen de la norma binaria. Por ello, consideran que normalizar la intersexualidad como parte “una serie continua natural de variaciones anatómicas y genéticas”, no beneficiaría sólo a las propias personas intersexuales sino “a todas las personas oprimidas por el sexismo que prevalece en nuestra sociedad”.