Recibo y resumo la carta de… Tricia: “Últimamente tengo problemas de conciencia. Me considero feminista, si serlo implica querer tener los mismos derechos que los hombres (ni por encima ni por debajo), pero me encanta imaginar que un tipo me llama puta y me palmea el trasero mientras me folla sin misericordia… Me he animado a escribirte a raíz de ver el vídeo que colgaste en Facebook de Agent Provocateur criticando que se lo calificara de misógino y preocupante y tu comentario hablando de sentirse mujer objeto. ¿Es incompatible ser feminista y querer ser mujer objeto, querer que te hablen como a una golfa o que te den azotes en el trasero? A mi eso me pone mucho. Empiezo a pensar que si ser feminista tiene que ser necesariamente tan castrante, mejor no serlo… ¿Dejo de militar antes de que me excomulguen? ¿Acaso soy una feminista descarriada? ¿Quizás un pobre ejemplo para mis futuras hijas?”
Respuesta. Primero, Tricia lo vio, pero si tú no tuviste la oportunidad de disfrutar del vídeo de Agent Provocateur, puedes picar sobre la imagen superior y saciar tu curiosidad… susto incluido, quien avisa no es traidor. Asimismo, añado mi comentario facebookiano y algo más: “Un organismo británico encargado de velar por el cumplimiento de las normas publicitarias de aquel país considera este anuncio «misógino y preocupante». La firma de misógina no tiene nada. Su ropa es absolutamente fantástica. Vestida así, que no me llamen nenita salvo con intenciones lascivas ¡y para nada me sentiría objeto! Me siento poderosa, muy tía y muy dispuesta… para nada usada, explotada, denigrada… Como mucho, objeto porque me da la gana. En fin, como suelo decir, el pecado está en los ojos de quien mira. A mi modo de ver hay cosas más importantes de las que ocuparse”.
En cuanto a tu preocupación, Tricia… No, no creo que tengas un problema o que tengas que dejar de ser feminista. Yo entiendo esa palabra igual que tú, en el sentido de equidad (no creo en la igualdad, pero esa es otra cuestión). Las feministas fascistas son pocas, gracias a dios, pero hacen mucho ruido… Pero como si oyeras llover: que se cuezan en su propia mala leche y, mientras, ande yo caliente y ríase la gente. Me ha salido la vena refranera. En cristiano: ni caso. Lo que sí es un problema es el no poder ser tu misma. El no poder gozar como a ti te dé la gana de gozar. Lo malo es no poder vivir tu sexo como quieres, verbalizar tus gustos y necesidades, compartirlas e incluso hacerlas realidad con alguien… si eso es lo que tú deseas. Y no valen las etiquetas y los juicios. A tomar por el saco. Si a ti te va lo que te va, estás en tu derecho. Como si a mi me va que me cuelguen boca abajo y me latiguen (ni loca de atar, pero era por poner un ejemplo algo dramático y si a alguien le gusta, pues adelante). Mientras no dañe a nadie ni se lo imponga a nadie, puedo hacer lo que me de la real gana. Y al igual que no impongo, nadie me puede imponer a mi. Tampoco las feministas fascistas.
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