Elijo un email al azar, pero de éstos, tengo una colección. Es de Amelia: “Cuando me acuesto con mi pareja me caliento imaginando que varios hombres me atan, me pegan y me obligan a hacerles de todo. Es tan denigrante que no me atrevo a explicártelo, pero me excita muchísimo y casi siempre recurro a esas fantasías masoquistas. Me siento sucia y no sé qué hacer”.
Bienvenida Amelia -y bienvenidos muchos de los que leeréis esto- al club de la culpa sexual que, por desgracia, es poco selectivo. De hecho, la mayoría estamos afiliados o lo hemos estado, porque aunque en esta ocasión nos centremos en la culpa que suele generar imaginarse siendo dominado, humillado y/o forzado sexualmente, fantasías que nos hacen sentir mal las hay para todos los gustos.
Qué mal llevamos desviarnos del sexo vainilla. No queda otra, hay que honrar la férrea/restrictiva educación que nos han dado: “El sexo fuera de los límites tradicionales es malo, malo, malo”.Nos lo han dicho/inculcado por activa y por pasiva y, claro, ¿quién es el guapo que planta cara a esa ley grabada a macha martillo?
Pues tú, faltaría más, y espero que lo que sigue te sea de utilidad.
Pues tú, faltaría más, y espero que lo que sigue te sea de utilidad.
Excitarse imaginando que someten o abusan de uno no debe alarmarnos. Una fantasía, sea cual sea, no implica deseo de que se vuelva realidad y así lo demuestran diversos estudios. (Es más, si te fuera el BDSM… tampoco habría nada de malo, pero eso lo dejamos para otro día.)
El psicoterapeuta británico Brett Kahr, autor de una de las mayores investigaciones en torno a las fantasías eróticas (más de 19.000) asegura que, “según un cálculo conservador, cerca del 30% de la población adulta” disfruta de las de carácter sadomasoquista. Otros estudios, como el de la psicóloga Patricia H. Hawley, hablan del 50% de prevalencia para ambos sexos.
Otro trabajo muy interesante sobre fantasías de violencia sexual lo presentaron, en 1986, dos investigadores estadounidenses en el Journal of Sex Research, biblia de los terapeutas sexuales. Pasaron dos vídeos ante un grupo de mujeres. En el primero se mostraba una fantasía erótica de violación y la respuesta femenina fue de interés y excitación. En el segundo, se escenificaba una violación de forma más realista. ¿Qué pasó? Las mujeres sintieron disgusto, miedo, enfado, dolor y depresión, y de forma tan intensa que los investigadores concluyeron que sus reacciones se asemejaban a las de las víctimas reales de violación. Es más, aconsejaron extremar el cuidado si se hacían estudios similares en el futuro.
Y ¿por qué tenemos este tipo de fantasías? Las causas pueden ser diversas y es primordial aclarar que no necesariamente son consecuencia de haber sufrido abusos a temprana edad y, por supuesto, casi nunca implican patología. En el caso del hombre, tal vez sean el resultado de su necesidad de bajar la guardia, no tener que tomar siempre la iniciativa y de olvidarse del rol fuerte y varonil que ha de asumir en la vida cotidiana. O puede que sea su forma de librarse de la culpabilidad que le generaría ser sexualmente agresivo o poner coto a su temor a ser una amenaza para su pareja. Si él es el sometido, no puede dañarla y puede entregarse a cualquier juego sexual sin responsabilizarse de ello ni causarle mal alguno.
¿Y las mujeres? Igual de simple. La cultura patriarcal siempre ha fomentado nuestra pasividad (es el hombre quien inicia, hace, dispone) y, aunque en los últimos años las cosas hayan cambiado bastante, ni la represión ni la doble moral se borran de un plumazo. ¿Qué ocurre cuando imaginamos que un varón nos domina, nos maltrata, nos obliga a hacerle una felación o nos penetra a la fuerza? Básicamente que nos permitimos hacer algo que deseamos sin ser responsables de ello y, por lo tanto, sin ir en contra de nuestra buena educación. Así no nos sentimos culpables. En definitiva, no le des más vueltas: si tus fantasías te excitan y no dañan a nadie, no sufras ni te culpabilices. Ahora bien, si lo leído hasta aquí no evita que sigas sintiendo ansiedad o te desagraden, o si tienen que ver con algún episodio de abuso sexual que hayas sufrido, pide ayuda.
(Las imágenes que acompañan este post muestran parte del trabajo de Úna Burke, una joven artista del cuero que ha vestido a Lady Gaga, Christina Aguilera y a Rihanna, entre otras. Para ver su trabajo e incluso comprarlo, también puedes entrar en Not just a label. Para mentes dispuestas a la angustia: el vídeo Meta.Morph.)http://www.sylviadebejar.com/fantasias-de-violencia-excitacion-y-culpa/
fantásti ko blog y no sólo porque me citen! Quiero saber de quién son esas fotos y sobre todo ese vestuarioooooooooooooooooooo!!! Yo quieroooooooo!!! Congelada de Uva
ResponderEliminarwww.rocioboliver.com