La Túnica Palmaria

sábado, 6 de abril de 2013


Porno para mamás y porno sin más

Beatriz Gimeno habla de qué fantasías y roles representa la pornografía hegemónica, al hilo del éxito de ‘Cincuenta sombras de Grey'

Señora Milton
Señora Milton
Cuando me pidieron que escribiera sobre ‘Cincuenta sombras de Grey’, en principio me pareció bien porque es de lo que hablan todas mis compañeras de oficina desde el verano, así que se lo pedí prestado a una de ellas. Me vino con tres tomos, miles de páginas, un poco más breve que ‘En busca del tiempo perdido’, pero poco. La verdad es que leer leer sólo he aguantado la mitad del primer tomo, después ha sido un ojear por encima y listo. Se trata de una cursilada imposible de tragar, mal escrita e insoportablemente sexista. Una novelita rosa remozada de sexo explícito para la era postporno.
La novela ofrece porno conservador y moralista para mujeres convencionales y amorosas, a las que enseña que pueden jugar tranquilamente con la dominación siempre que, naturalmente, sean ellas las dominadas y no se salgan ni un milímetro de los roles de género
‘Cincuenta sombras de Grey’ se anuncia como “porno para mamás”, lo cual dice mucho del tipo de porno que se supone que ofrece: porno para mujeres convencionales y amorosas, que buscan ponerse al día y renovarse. Porno que enseña a las mujeres que pueden jugar tranquilamente con la dominación siempre que, naturalmente, sean ellas las dominadas porque lo contrario no sería propio de mamás. Juegos excitantes a los que puedan entregarse las mujeres casadas sin salirse un milímetro de sus roles de género; porno conservador y moralista que se ofrece “con excusa” incorporada: el protagonista de la novela, el hombre dominador, es así no porque sea un perverso, no porque se lo pase bien sin más, sino porque tiene una infancia desgraciada. Y ella no se convierte en una sumisa porque lo encuentre excitante, sino que lo hace por… ¿adivináis? Sí, por amor, para curarle a él de su perversión. Ella, sometiéndose a sus deseos, incluso disfrutando con ellos, le hace bueno, es decir “normal”, y ambos acaban siendo felices y practicando sexo convencional.
Me parece que estamos ante el descubrimiento de un nuevo mercado; un mercado enorme de millones de mujeres. Porque si hasta ahora el negocio del porno se nutría de hombres casi en exclusiva, ahora se va poco a poco abriendo a las mujeres: nuevos nichos de negocio.
El porno está de moda, todo es porno pero, en concreto, todo es sadomaso. No hay más que ver la publicidad: mujeres vestidas de cuero, látigo en mano, andando a cuatro patas, con collares de perro, altísimos tacones, corsés muy apretados… Todo eso sirve lo mismo para vender un coque que un champú. El sadomaso es ahora el porno mainstream. Pero no vale cualquier porno, claro. Me pregunto si esta novela hubiera sido elevada a los altares del best seller si el argumento tratase de un rico ejecutivo que lo pierde todo al enamorarse locamente de su asistenta, por ejemplo, que además gusta de sodomizarle a él, que a su vez encuentra dicha práctica irresistible, y en todo caso ambos disfrutan de la situación y acaban también bastante felices aunque más pobres. ¿No estaría bien que las mamás aprendieran también eso? Por variar, digo.
En una cultura como ésta, que es sádica de verdad con las mujeres, el porno hegemónico es demasiado parecido a la realidad. Si el porno es la representación de las fantasías sexuales, podemos preguntarnos si es casual que las fantasías de dominación y sumisión se distribuyan de manera tan desigual entre los sexos. Y preocuparnos porque sea la escuela de sexualidad de la juventud.
Dice María Llopis que le sorprende que todavía se pueda reflexionar sobre la pornografía; a mí me sorprende que no reflexionemos más. Es cierto que a veces las feministas tenemos opiniones no matizadas sobre la pornografía, que es tan compleja como la sexualidad misma. Para empezar, habría que decir que la sexualidad es ambivalente y no necesariamente una fuerza positiva. Y la pornografía puede también ser alienante y liberadora, luminosa y oscura, conservadora y transgresora, placentera y pacífica, o dolorosa y violenta, como el sexo.
En segundo lugar, la pornografía no es sin más una representación de la realidad, sino una representación de determinadas fantasías sexuales con el propósito de excitar. A su vez el papel que las fantasías sexuales juegan en la vida sexual de las personas también es complejo. En general, no tienen por qué cumplirse para ser efectivas en su propósito de ser el combustible del deseo, y muchas personas ni siquiera querrían verlas convertidas en realidad. Por eso, las fantasías no tienen que ser políticamente correctas, son fantasmas creados por el inconsciente, material en bruto, la misma materia de los sueños. E incluso si las hacemos realidad, un juego sexual consentido no tiene por qué, necesariamente, tener su correspondencia social o política. Es decir, la relación entre deseo y realidad, entre fantasía y realidad, entre follar y pensar, no es lineal ni simple. Y, aun así, las feministas sabemos que hay un problema con el porno.
En una cultura como ésta, que es sádica de verdad con las mujeres, el porno hegemónico es demasiado parecido a la realidad y ésta no es un juego consentido entre adultos, sino una realidad de desigualdad e injusticia. Hay muchos estudios, mucha literatura sobre pornografía pero pocos sobre el deseo en bruto, sobre las fantasías sexuales, sobre cómo se construyen. Si el porno es la representación de las fantasías sexuales, (masculinas puesto que son los principales consumidores) podemos preguntarnos legítimamente si es casual que las fantasías de dominación y sumisión se distribuyan de manera tan desigual entre los sexos. Podemos preguntarnos también si la realidad da forma al imaginario sexual, al subconsciente sexual o si es el subconsciente el que se empeña en dar forma a la realidad. Y preocuparnos más aun cuando sabemos que la pornografía es hoy la principal escuela de sexualidad de la juventud. Los jóvenes, ellos y ellas, creen que el sexo es así, como muestra el porno mayoritario y, lo peor de todo, que debe ser así (heterocéntrica, coitocéntrica, androcéntrico y misógino).
Dadas las múltiples disidencias a estas fantasías hegemónicas, es obvio que existe un interés político en producir y mostrar sólo un tipo de pornografía. ¿Podría ocurrir que la visibilidad de otra pornografía –que no basta con que sea hecha por mujeres- pudiera llegar a cambiar la realidad sexual?
En todo caso, lo que se hace muy evidente cuando se ve pornografía es que, aunque la mayoría de ésta es brutalmente misógina, existe también un amplio espacio para la disidencia: es decir, hombres que fantasean con ser violados y sometidos, mujeres que quieren penetrar hombres y violarlos, mujeres que fantasean con jovencitos, hombres que fantasean con ancianas o mujeres gordas o feas… Es decir, lo contrario de lo que se supone que es la fantasía patriarcal hegemónica. Fantasías que, y el contenido de estas fantasías lo deja claro, no son más que eso, fantasías. Así que la desigual distribución de las fantasías de dominación y violencia seguramente se debe a una diferenciación estadística que a su vez es fruto de la realidad sexual en la que vivimos, pero está muy lejos de ser tan uniforme como a veces parece.
Las múltiples disidencias a estas fantasías hegemónicas nos hacen ver que el imaginario sexual de las mujeres podría ser muy parecido al de los hombres si lo representáramos en la misma medida. Puesto que, a pesar de la enorme presión, existe un amplio espacio para la disidencia en este campo, es obvio que existe un interés político en producir y mostrar sólo un tipo de pornografía. Es aquí donde nos tenemos que preguntar si podría ocurrir que la visibilidad de otra pornografía –que no basta con que sea hecha por mujeres- pudiera llegar a cambiar la realidad sexual; e incluso si es necesaria esta pornografía alternativa para cambiarla.
Quizá no habría que examinar tanto el porno como preguntarnos de qué material están hechas nuestras fantasías sexuales y qué posibilidades existen de que cambiando en profundidad las relaciones de hombres y mujeres, cambiando el edificio sexo simbólico sobre el que se levanta el patriarcado cambiaran las fantasías o, al menos, su distribución estadística genérica. Podríamos pensar en cómo se pueden cambiar los roles de la pornografía y si eso tendría el poder de modificar roles sociales, o no. Mi opinión es que ambas cosas están relacionas y se retroalimentan, de manera que no basta con presionar para cambiar la realidad, sino que hay que trabajar también para pensar, y representar, prácticas, identidades y subjetividades sexuales disidentes de la norma patriarcal pensando en que eso tendrá efectos sociales y políticos.

El derecho a ser una zorra
Publicado: 15/03/2013 06:00
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Derechos De Las Mujeres , Día De La Mujer , Igualdad , Mujeres , Sociedad , Tendencias , Noticias
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El derecho a ser una zorra es un derecho que toda mujer debe ejercer libremente en su vida. O, al menos, durante algún momento. El derecho a ser una mala mujer, una borracha, una puta, una enferma, una histérica, una bruja... o cualquier nombre que se haya utilizado a lo largo de la historia para identificar y mortificar a quienes cruzaban deliberadamente las fronteras que se les imponían a su cabeza, sus deseos y libertad.

Durante siglos, las zorras y malas mujeres han florecido dentro de muchas y diversas pieles femeninas: las que han interrumpido sus embarazos, las que han tomado la iniciativa en el sexo, las que han abierto sus piernas a más de un amante, las que han usado anticonceptivos, las que no se han sentido cómodas en el reducido espacio de lo que ha significado ser mujer; las que no han querido ser madres, esposas o monjas; las que han querido trabajar y descuidar a sus familias, las que se han negado a rezar, las que se han querido divorciar, las que preferían leer o crear en lugar de cocinar o coser, las que han pensado que su opinión era tan importante como la de un hombre, las que han querido votar y escoger a sus representantes, las que han querido amar y desear a otra mujer.

El modelo de buena mujer, de mujer sana, lo popularizó la medicina en los años 50: raza blanca, heterosexual, clase media, media alta, sin afanes emancipadores ni intereses políticos. Más bien una mujer dispuesta a hipotecar su existencia al cuidado de su marido, sus hijos y su hogar.

A ser buenas mujeres se nos ha enseñado sin descanso. Pilar Primo de Rivera, figura central en la educación de las mujeres durante el franquismo, escribió en 1952 la pauta de la "mujer ideal" y la forma de relacionarse con su marido:

Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle. Escúchale, déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los tuyos. (...) Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres.(...) Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama. (...) Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar. Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes...
Si la historia de la humanidad se retratara en una película, las mujeres seríamos actrices secundarias del terrorífico y dramático largometraje que, seguramente, contaría con muchas instituciones como guionistas y principales patrocinadores, como es el caso de la Iglesia.

A mí no me da la gana ser una buena mujer. No me caben los órganos en ese estrecho corsé. Los pulmones se han habituado a atrapar y soltar el aire que les apetece. No me da la gana ser una buena mujer aunque mi abuela, con su "no te criamos así", no lo entienda. Aunque mi madre, con su corsé a medio ajustar, pueda aceptar mi lesbianismo pero me pida discreción, alegando que las mujeres, las buenas mujeres, por supuesto, son mesuradas, discretas y reservadas.

En el mes de la mujer es necesario rescatar el derecho a ser zorras, malas mujeres. El derecho a existir más alineadas con nuestros ovarios y nuestros deseos, que con lo que se espera que hagamos y seamos. El mundo, nuestro mundo, sólo podemos cambiarlo nosotras.



Seguir a María Jesús Méndez en Twitter: www.twitter.com/MJ_MiraLES
http://www.huffingtonpost.es/maria-jesus-mendez/el-derecho-a-ser-una-zorr_b_2827164.html

Barbara Hammer: la política queer y experimentos abstractos se unen para The Free Screen
Besos de nitrato
http://thetfs.ca/2013/04/03/barbara-hammer-queer-politics-and-abstract-experiments-come-together-for-the-free-screen/
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Barbara Hammer viene a la ciudad. Aunque no es un nombre muy conocido, Hammer se ha hecho un hueco potencialmente inmortal en el cine como un pionero cineasta experimental lesbiana. Una bocanada de un título, sin embargo, no hace justicia a la obra totalmente diverso Hammer: El tema y los estilos varían desde ejercicios abstractos de cine de documentales históricos. Esta semana enTIFF Bell Lightbox , usted tiene la oportunidad de explorar la vida a través de la lente de Hammer con la serie Free Screen. Seis diferentes exámenes le dan la oportunidad de ver de todo, desde Tender Fictions , una autobiografía que rompe el género y las convenciones narrativas de piscinas , un breve resumen poético casi con piscinas - sí, las piscinas - como su tema. Y todo es gratis.
Te diré, Hammer vale la pena echarle un vistazo. Me tomó un día tres, dieciocho horas seminario con Barbara en agosto pasado para mi licenciatura en medios y comunicaciones. Aprendí rápidamente que Hammer es ella misma y sus películas y es que hay muy poca diferencia entre los dos. En el primer par de horas de clase, tenía que decirle lo que sabía acerca de Judith Butler y literalmente realizar sexo - me apresuré a hablar acerca de cómo las mujeres cerca de sus patas en el bus, mientras que los hombres suelen abrir las piernas, presentando su ingle a quien lo quiere. Por supuesto, entonces me dijeron que promulgar lenguaje corporal masculino y femenino. No fue un comienzo fácil - algunos estudiantes no regresaron después de la comida -. ​​Pero me pegué la vuelta y vi algunas películas que me gustan ahora
Si bien la política de género juegan un papel importante en el trabajo de Hammer (y su enseñanza), la verdadera virtud resplandece en cómo se lleva a los sentimientos humanitarios que sustentan la política queer y los aplica a cualquier objeto - incluso piscinas. Desde la revolución cultural de los años 60 a la vida de Matisse durante la Segunda Guerra Mundial, las investigaciones fílmicas de Hammer son completamente moral y simpatía hacia sus súbditos.
Nuestra clase finalmente se estableció en una mirada reflexiva en el trabajo de Hammer y su enfoque de la película y la vida. Nos mostró extractos de mujeres buceo de Jeju-do , un documental que hizo sobre una pequeña sociedad de mujeres coreanas que bucean en busca de comestibles del fondo marino. Lejos de sus irreverentes Dyketactics estético, mujeres Buceo de Jeju-do se desarrolla lentamente y con cuidado. Esta pequeña sociedad en todo el mundo, amenazados por el cambio económico y los peligros del buceo, se beneficia de estilo Hammer narración creativa y sencilla. Otro film meditación, Resistir Paradise , explora el papel del artista en tiempos de guerra. Hammer, que narra, habita casi obsesivamente sobre las implicaciones morales de la resistencia o pasividad frente al fascismo. Esta amplia franja de películas abarca tanto el júbilo y la tumba.
Mis favoritos personales, sin embargo, son más formales obras abstractas de Hammer. Sí, estoy hablando de piscinas . Antes de la menstruación digital - digital es más barato y más fácil de usar - Martillo en película, y sus técnicas experimentales son tan hermosas. Literalmente, los arañazos y la pintura sobre la película en sí, funciona como piscinas y Sanctus sentir casi como si pudiera alcanzar y tocar a ellos. Las piscinas se compone de búsqueda, stop-motion fotos de lo que parece ser un baño romano al aire libre. Es corto, sencillo y se siente como una pintura en movimiento. Sanctus podría ser mi favorito. Compuesto por real x-ray imágenes de gente bebiendo líquidos, estiramientos, levantamiento de pesas, Sanctus es una reinterpretación artística de las imágenes que se la clínica o el laboratorio. A mi juicio, Sanctus encarna el núcleo del proyecto de película de Hammer. Historias queer son cruciales, pero sólo porque han sido reprimidos durante tanto tiempo. En un mundo (hipotético) que ha ido más allá de la intolerancia, el fanatismo y conformistas grandes relatos, deberíamos ser capaces de centrarse en el ser humano. Los cuerpos en Sanctus pueden ser de diferentes géneros, pero realmente no importa. Vemos huesos, venas, calaveras, corazones.Vemos la esencia de los cuerpos humanos y es emocional.
Brave New World: Las películas de Barbara Hammer pantallas desde el jueves 4 de abril al Domingo, 07 de abril 2013 en TIFF Bell Lightbox . Además, si eres un fan acérrimo Hammer, vaya a la cena el 5 de abril de 2013.

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