La Túnica Palmaria

domingo, 5 de agosto de 2012

Acracia y bollotransmariconeo:

ANARQUEER


Acracia y bollotransmariconeo:
   Mucho Anarqueer en la portada y muchas referencias a una 
cosa y otra en la introducción, pero que no se entiende nada, y 
como a sus autores nos gusta empezar cualquier tema desde el 
principio, hagámoslo pues con una introducción teórica. Así 
pues, ¿qué es la anarquía y qué es lo queer?
   La anarquía (de an, en griego antiguo “no”, y “arjé, que quiere 
decir “poder” o “autoridad”) es un sistema teórico, político y 
metodológico que propugna la destrucción de cualquier tipo de 
autoridad, en especial la que ejercen las organizaciones 
burocrático-represivas o Estados contra la inmensa mayoría de 
los seres del planeta. Frente a esta latente opresión que vivimos 
día a día (en el trabajo con el patrón, en clase con el profesor, en 
la manifestación con el policía, en el juzgado con el juez, en el 
banco con el oficinista, en el salón de tu casa con la televisión o 
la publicidad del Internet…) y cuya única legitimidad reside en 
un ejército de policías y militares armados hasta los dientes 
capaces de reprimir a quien haga falta y con la fuerza necesaria, 
y en un bombardeo diario de mentiras desde los medios de 
comunicación, la propuesta anarquista es la de abolir cualquier 
tipo de autoridad y crear sobre las cenizas de la antigua sociedad 
autoritaria  un modelo político basado en la igualdad, libertad 
plena y horizontalidad, una economía comunista gestionada 
colectivamente y una sociedad carente de prejuicios sociales 
frutos de la atrofia estatal. Esto es, a muy grandes rasgos y con 
el posible rebatimiento desde el propio anarquismo (pues es tan 
heterogéneo que ni mínimos pueden achacársele), los objetivos 
del llamado “movimiento libertario”.
   El anarquismo suele situarse cronológicamente en el tiempo 
desde mediados del siglo XIX, ya en el contexto del capitalismo - 7 -
y el perfeccionamiento de los 
medios de control y represión 
que éste concedió al Estado. 
No obstante, antiautoritarios y 
opositores al sistema con un 
programa casi idéntico al 
arriba comentado ya los hubo 
en la Antigua Grecia (Arístipo 
de Cirene, Zenón de Citio…), 
en la Edad Media (los 
milenaristas, los Hermanos 
Apostólicos de Dulcino de 
Novara…), en la Edad 
Moderna (los cuáqueros 
norteamericanos, los  Diggers
ingleses, pensadores como 
Étienne de La Boétie…). El 
actual, el anarquismo 
moderno, encuentra sus inicios en el antiautoritarismo del 
francés Proudhon y el ruso Bakunin, a partir de los cuales se 
diversificaría tanto cualitativa como cuantitativamente desde la 
Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I 
Internacional, agotada en 1872 tras la ruptura a perpetuidad 
entre marxistas y anarquistas por motivos metodológicos. Los 
lugares de más influencia anarquista serían Rusia, Italia, Francia 
y precisamente la Península Ibérica, en concreto el Reino de 
España. Desde finales del siglo XIX y hasta bien entrados los 
años 60’ del siglo siguiente el anarquismo iba totalmente ligado 
al sindicalismo, para hacer mayor incidencia dentro del 
proletariado urbano, primer damnificado por la industrialización 
liberal. Ello supondría que el único tema que interesaba a la 
mayoría de anarquistas, tanto masculinos como femeninas, eran - 8 -
el obrerismo o movimiento obrero. La AIT volvería a refundarse 
en 1922 ya en clave únicamente ácrata, en el contexto de 
ascensión de los fascismos y la traición del Partido Bolchevique 
contra todo el pueblo ruso, pronunciada por Stalin. El 
movimiento obrero quedaría descabezado, y por tanto también 
el anarquismo, que sufriría una mortal derrota en su bastión, la 
República de España, en 1937, cuando gubernamentales, 
socialdemócratas y estalinistas destruyeran a las fuerzas 
revolucionarias del bando antifascista durante la Guerra Civil 
Española, entre las cuales irremediablemente estaba la mayor 
parte de la anarcosindicalista Confederación Nacional del 
Trabajo (CNT). Tal cuchillada sería completada por Franco, tras 
su victoria en 1939, y extrapolada a Europa durante la Segunda 
Guerra Mundial.
   El anarquismo pasaría a recuperarse muy paulatinamente en el 
Viejo continente, mientras proseguía su reciente expansión en 
ámbito Sudamericano y asiático. En los años 50’ se produce una 
recomposición cuantitativa y estructural, pero las viejas teorías 
perviven aún pese al cambio radical de contexto que ha tenido 
lugar desde 1945. En los años 60’ nuevas generaciones 
anarquistas influenciadas por la Internacional Situacionista y 
hartas del viejo sindicalismo y las coordinadoras anarquistas no 
renovadas protagonizarían, entre otros, el mayo francés de 1968 
y se sumarían a las acciones armadas antifranquistas y a los 
conflictos anticapitalistas en Francia, Italia, Reino Unido y la 
República Federal Alemana, en la llamada “autonomía obrera”, 
repunte obrerista asambleario y horizontal no únicamente 
anarquista, así como a respectivos grupos armados. Finalizada la 
experiencia autónoma y la lucha armada, en los 90’ tendría lugar 
otra reestructuración anarquista a gran escala, la última, en la 
cual florecen siguiendo la estela anterior multitud de colectivos 
descentralizados que abordan todo tipo de temas y desde nuevas - 9 -
perspectivas, a la vez que, una vez caída la Unión Soviética, el 
anarquismo tiene un repunte exponencial frente al desprestigio 
marxista que lo aumenta, además de cualitativamente, 
cuantitativamente. Prosperarán los colectivos tanto en la vieja 
Europa como en Grecia o Chile, donde en los últimos años el 
clima es digno de revuelta social en la cual las fuerzas
anarquistas tienen un papel destacado.
   El modelo  queer no podría ser entendido si no nos 
remontáramos al menos un siglo antes de su aparición, en torno 
a finales del siglo XIX en el II Reich alemán. En 1869 el escritor 
húngaro Karl-Maria Kertbeny creó la palabra “homosexual” en 
un panfleto en el que se oponía a que la anexión inminente con 
Prusia de su región supusiera la entrada de las leyes 
“antisodomíticas” de ésta.
   Antes, la “homosexualidad” había tenido varios nombres más: 
sodomía, invertidismo… Respetada y promovida por griegos y 
romanos (en especial la masculina), la concentración de poder 
de los Reinos Medievales, imbuidos por una institucionalización 
de la doctrina cristiana y un ansia de control sobre su población 
fomenta la penalización de la “sodomía”, que en el siglo XIII ya 
es total en todo el territorio europeo occidental, con vigilancia 
concreta por parte de la “Santa Inquisición” En la Edad 
Moderna la opresión consecuente fue similar, pero durante el 
siglo XVIII, con la llegada del libre mercado capitalista,  la 
transformación política derivada endulza las penas por sodomía, 
como es el caso del Código Penal de la Unión (Estados Unidos) 
o el  Código Napoleónico que Bonaparte extiende por toda 
Europa.
   A lo largo del siglo XIX pensadores individuales de ámbito 
germano como Hössli, Ulrisch y el citado Kertbeny reivindican 
su invertidismo a nivel personal, preparando un caldo de cultivo - 10 -
para el  movimiento homosexual que sobrevino en Alemania 
entre aproximadamente 1897 y 1933 que a poco estuvo de lograr 
su máxima reivindicación: la abolición del Artículo 175 del 
Código Penal, que condenaba so pena de cárcel la 
homosexualidad. Destacan cabezas como Magnus Hirschfeld o 
Adolf Brandt (éste anarquista), y organismos como el Comité 
Científico Humanitario y la Liga por la Reforma Sexual. Tal 
estela traspasó las fronteras alemanas; en ámbito británico serían 
destacables los escritores Oscar Wilde, Roger Casement (éste 
irlandés, fusilado por colaborar con el independentismo) y  
Edward Carpenter; en ámbito español podríamos citar a 
escritores como  Luis Cernuda, Álvaro Retana o Antonio de 
Hoyos; y en ámbito sudamericano al chileno Augusto d’Halmar 
y al uruguayo Alberto Nin Frías.
   El ascenso de los nazis al 
poder en Alemania  supone 
el inicio de la represión 
contra dicho  movimiento 
homosexual, sucediéndose 
los desfiles frente a sus 
sedes a lo largo de 1933, y 
finalizando con una 
persecución directa, cierre 
de locales, detenciones e internamientos en campos de 
concentración desde 1934. El Comité Científico Humanitario se 
traslada a Suiza con visión de seguir operando, pero la muerte 
de Hirschfeld  en 1935da al traste con tal objetivo, disolviéndose 
el movimiento homosexual alemán. Estos hechos y la Segunda 
Guerra Mundial suponen la cesura que separa una generación de 
reivindicación homosexual de la siguiente. Hasta 1968 la 
creación de otro movimiento homosexual será extremadamente 
lenta, destruidas las redes creadas antes de la guerra.  Los - 11 -
intentos de resurrección del Comité Científico Humanitario 
llevados a cabo en 1949 y en 1962 por personajes destacados del 
mismo durante la República de Weimar serán un fracaso.  No 
será así en EEUU, donde la devastación  del conflicto mundial 
no ha llegado. Las redes en gestación antes de la Guerra 
Mundial se articulan en colectivos pequeños pero activos de 
liberación homosexual. En 1950, en plena Caza de brujas, Harry 
Hay, miembro del Partido Comunista, funda en Los Ángeles la 
Sociedad  Mattachine, sucediéndose en la década siguiente su 
expansión territorial por Washington, Nueva York… En dicho 
contexto, entre 1948 y 1953 el biólogo y sexólogo 
estadounidense Richard Kinsey publica varios estudios sobre la 
conducta sexual humana, en los cuales concluye la existencia de 
diversas identidades sexuales, según él siete al menos, sin contar 
la asexualidad. Ello da un gran impulso a la lucha que reinvidica 
derechos y reconocimiento para la comunidad homosexual al 
realizarse un estudio bajo los cánones científicos occidentales 
que establece las conductas no heterosexuales como algo normal 
y propio del ser humano. En la década de los 60’ surgen nuevos 
colectivos de mismos objetivos, colisionando este movimiento 
con el Estado cuando en junio de 1968 tienen lugar tres días de 
violentos disturbios entre  disidentes sexuales y policías tras el 
intento de desalojo del bar Stonewall Inn, en Nueva York.
   Ello sería el pistoletazo de salida de un nuevo movimiento 
homosexual que a lo largo de los 70’  y 80’ consigue la 
despenalización de las prácticas homosexuales en todo el ámbito 
occidental tras un gran trabajo. Lo consigue mediante un pacto 
con los diversos Estados en los que este movimiento aparca su 
conflictividad y diversas de sus reivindicaciones a cambio de 
reconocimiento legal, lográndose pues integrar en el sistema 
capitalista, y desarrollando discurso eurocéntricos sobre ir a 
“evangelizar” la homofobia de otras regiones mundiales.


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