La Túnica Palmaria

jueves, 15 de diciembre de 2011

La barba como elemento queer



Pilar Pedraza es profesora de Historia del Arte en la Universidad de Valencia. También es una escritora brillante que compagina, desde hace mucho, la docencia y la investigación con la creación literaria. A partir de materiales recopilados durante su curso de doctorado “El cuerpo tecnológico” escribió en 2009 el libro Venus barbuda y el eslabón perdido, donde analiza tres figuras de lo femenino piloso: la mujer barbuda, la hipertricosa y la bestial. Esta última pertenece al terreno de la ficción (el mito de la mujer pantera) pero las otras dos son reales y han dejado una huella imborrable tanto en el ámbito del arte como en el del espectáculo. Todas forman parte de un universo queer en el sentido de que bordean constantemente las fronteras de los género sexuales y también, simbólicamente, de las especies. Mujeres peludas como la artista Jennifer Miller, que da clases en el Departamento de Artes y Culturas del Mundo en la Universidad de Los Ángeles (California), además de trabajar como malabarista y bailarina del Circo Amok (una compañía queer neoyorkina que ofrece espectáculos artísticos en los que el concepto de género es constantemente cuestionado). Antes de adentrarse en el mundo del espectáculo, Miller no dejaba crecer su barba. Había heredado el hirsutismo de su abuela y su madre, por una sobreproducción de testosterona genética, cuestión que aceptaba como algo natural aunque las personas de su alrededor reaccionasen negativamente. Al dejarse la barba consideró estar realizándose como rebelde. El cuerpo es a menudo objeto de opresiones, y Miller no estaba dispuesta a tener que amoldarse a una imagen estereotipada.
 El libro, explicando el de Miller y otros casos, pone sobre la mesa el hecho de que en las sociedades occidentales de la actualidad se supone que una mujer no lleva barba. Ha de ser femenina por definición, y las barbas no son femeninas. La barba viriliza, por lo tanto rompe estereotipos, erigiéndose como el elemento queer más fuerte. Esto me hace pensar en el concepto “Una buena barba”, que fuera trasladado a un magazine también en 2009, bajo ese mismo título, con la motivación de dar a conocer el movimiento queer, centrando cada número en un área geográfica. Por cierto, la revistacuya distribución es gratuita y online, publicará su cuarta edición en diciembre, con Rusia como protagonista. A petición del equipo editorial he escrito un breve artículo sobre la homosexualidad en el ejército ruso. 
Recapitulando, Sayak Valencia (autora de Capitalismo Gore) ha trabajado en esta línea como performer, al realizar acciones en las que exhibía una barba postiza mientras llevaba a cabo sus actividades cotidianas. En 2005 propuso un ejercicio en torno a la dicotomía hombre/mujer buscando revertir la represión del cuerpo a través de la intervención lúdica, procurando deconstruir los ideales de belleza occidentales como un juego de disfraces. Con el mismo carácter didáctico organizóEsperanza Moreno el año pasado un taller Drag King para participar en la Manifestación del Orgullo en Valencia, otra experiencia basada en las teorías de performatividad del género.
Someterse a los roles sociales establecidos implica la aceptación tácita de cierta jerarquía. La transgresión invita a rebelarse. Como dice Pedraza: “La mujer barbuda y la gente pilosa son restos de un pasado en el que el cuerpo no era un objeto de la industria cosmética o de la atención filosófica y política como la de la Teoría Queer de la era posmoderna, donde la dualidad tradicional del género sexual se diluye en infinitas posibilidades, todas ellas fronterizas”.

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