La Túnica Palmaria

lunes, 4 de junio de 2012

Pornoterrorismo: “Aterrorizar al enemigo, mover la carne”


ENTREVISTA A DIANA J. TORRES, ESCRITORA Y PERFORMER

Pornoterrorismo: “Aterrorizar al enemigo, mover la carne”

Una respuesta frente a la guerra de las instituciones que controlan nuestro cuerpo y nuestra sexualidad, así entiende nuestra entrevistada el pornoterrorismo.

JARA COSCULLUELA / OVIEDO
MARTES 29 DE MAYO DE 2012.  NÚMERO 175
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PERFORMANCE. Diana usa esta forma de acción artística para “dinamitar” las fronteras entre el público y ella. / Foto: Diana Marcia X.
En una de las paradas de su tour internacional con la presentación de su libro Pornoterrorismo (Txalaparta, 2011), próximamente traducido al italiano, francés y portugués, y con el taller teórico sobre eyaculación femenina que lo acompaña, la artista Diana J. Torres (también conocida como Diana pornoterrorista) nos habla de su texto, de la sexualidad y el cuerpo, de la honestidad. Al fin y al cabo, de ella misma.
DIAGONAL: ¿Cuando aparece el pornoterrorismo en tu vida?
DIANA J.TORRES: Ya lo había usado como palabra, la retomé en 2006 para mis performances. En 2007 abrí mi blog, con una entrada en la que lo definía: sería la unión de ‘porné’, prostituta en griego, y terror, onomatopeya griega –“trrrr”– que significa miedo, temblor. Pero cuando mejor he sabido lo que quiere decir es tras la presentación del libro por Euskadi, donde me explicaron que el terrorismo es una respuesta directa cuando no hay posibilidad de diálogo.
Yo no puedo negociar si quiero ser hombre o mujer, con quien follo o cómo quiero follar. El pornoterrorismo sería esa respuesta ante las instituciones que controlan nuestro cuerpo y sexualidad: Estado, iglesia y ciencia médica. Tiene la intención de aterrorizar al enemigo y de hacer temblar a las aliadas o aliados. De mover la carne. Trrr...
D.: ¿Cómo surge el libro?
D.J.T: En 2008, en casa de Beatriz Preciado conocí al editor de Melusina y me propuso la idea. Pasé del tema, pero nos encontramos un año después en el mismo lugar y me preguntó por el libro y le dije: “O me pones una fecha, o no vas a tener libro”, porque soy súper indisciplinada. Me dijo la fecha y que podía escribir de lo que me saliera del coño. Quería hablar de esas rabias acumuladas que tienes cuando eres alguien como yo desde que naces. Gracias en parte a mi compañera, lo escribí en tres meses. Pero fueron pasando los meses, y nada. Entonces apareció Itzi (Ziga) y me dijo que hablase con Txalaparta. A los 15 días me dijeron que sí.
D.: Incluyes un capítulo sobre la sexualidad de niños y niñas y personas inadaptadas.
D.J.T: Empecé a follar con personas adultas y de mi edad a los 13 años y siempre me pareció algo bastante terrorista hacer saber a los adultos que los menores también follan. Es uno de los mayores tabúes de las sociedades occidentales. Tras la inhibición de la sexualidad infantil está la intención perversa del sistema de controlarte desde que comienzas a desarrollar tus ideas. La sexualidad es una buena forma de autoconocimiento y conocimiento de la vida, y los niños no tienen tanta mierda dentro, por eso ése es el momento en el que el sistema te castra, para que cuando llegues a adulto vayas con eso aprendido.
El capítulo fue muy duro, me dieron unas lloreras terribles. Leí la Ley del Menor y pasé a la de los incapaces. Son casi iguales, pero en la primera los menores son considerados incapaces temporales, y en la segunda, son perpetuos. Me aterrorizó la idea de que hay personas consideradas incapaces o menores permanentes, de las que tradicionalmente, además, se ha ocupado la iglesia. Es éste uno de lo mejores ejemplos para ver al enemigo: la institución médica, que determina quién es incapaz, la eclesiástica y el Estado. Son el eje del mal, las herramientas del sistema.
D.: ¿Tiene que ver tu libro con otros de Melusina, como los deDespentesZigaLlopis, compañeras y amigas tuyas?
D.J.T: Lo autobiográfico, que comparto con ellas, me viene más de la imposibilidad de escribir desde otro lugar que no sea mi experiencia. Me parece deshonesto. Tenía muy claro que no quería escribir desde una discriminación de clase intelectual, ni desde la academia. No he podido leer un libro entero de Foucault, Butler, Halberstam o Guattari. Esta peña, sobre todo Butler, tienen una estrategia un poco sucia, aunque puedan inspirar mucho, porque escriben sobre las prácticas de los monstruos, pero textos que los monstruos no van a poder comprender.
D.: ¿Tu libro tiene la intención de que el pornoterrorismo seamás público?
D.J.T.: Es que puede ser bastante popular y quien no lo entiende es porque no quiere. Pero tras el libro me ha llegado mucho feedback. Por ejemplo, un email de un señor que aparcó su vida sexual cuando empezó a tener problemas de erección, hasta que leyó el libro, se compró un dildo, y le dijo a su mujer: “ahora me follas tú”. En esta sociedad falocéntrica se acaban los problemas de erección si entiendes que te puedes correr muy bien por el culo, con un dildo o un puño siempre erecto. Que la portada y el título sean así tiene que ver con lo que hacía Borges: seleccionar al lector valiente. Es como un filtro. El libro no está hecho para el enemigo. Y tiene que ver mi forma de escribir, que es clara, desde mi yo. Como la performance, con la que dinamitas la frontera entre el público y tú, generas una empatía que incluye a esas personas en tu vida. Quería escribir el libro desde esa performance, desde la sinceridad.
D.: ¿Qué relación hay entre el pornoterrorismo, el transfeminismo y lo queer?
D.J.T.: De interdependencia. Empecé con el pornoterrorismo mucho antes de definirme como feminista y queer. Antes, pensaba que el feminismo no me incluía. Por ejemplo, en una mani del 8 de marzo en la que no paraban de gritar “ni puta ni sumisa”, yo iba con mi dómina y acababa de empezar en la prostitución, y me decía ¿cómo puede ser que en el Día de la Mujer Trabajadora, siendo la puta la trabajadora más vulnerable, estas tías tengan la falta de cerebro como para ir gritando esto?”. Pero también creo que feminismos hay muchos. El pornoterrorismo se ha incrementado con algunos feminismos, al incluir la lucha trans o la de las putas.
D.: ¿De qué surge tu investigación sobre eyaculación femenina?
D.J.T.: Desde siempre monto charcas en la cama. Un día, después de follar sobre unas sábanas negras, aparecieron unos cerquitos blancos. Joder: no me meaba. Hablando con otras tías me di cuenta de los complejos que había. Los talleres surgieron para compartir esa sabiduría, sería una traidora a los coños si no lo hiciera. Es muy subversivo correrse a chorros: el placer físico al eyacular es muy parecido a no hacerlo, es un placer político. Si me prohíbes algo, lo voy a hacer más.
De pequeña, una escena de la peli Dentro del Laberinto se me quedó grabada para siempre: la prota está perdida por el laberinto y se encuentra con una pared de rocas que le dicen que va por el mal camino. Otro personaje le dice que es una trampa, y una de las rocas contesta: “Sólo estoy haciendo mi trabajo”.
La peli enseña que la sociedad, lo normativo, te pone muchas trampas durante el camino para que no llegues a tu victoria. Cada vez que me censuran, me da un subidón... Da trabajo, pero es que la guerra siempre da trabajo.

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