La Túnica Palmaria

lunes, 19 de diciembre de 2011

EL AMOR LIBRE Y LA POLIAMORIA

“Es una locura querer reducir el amor a una ecuación o limitarlo a una forma única de expresión. Aquellos que lo intentaron se dieron cuenta bien pronto de que habían equivocado el camino. La experiencia amorosa no conoce fronteras. Varía de individuo a individuo”.

Émile Armand; La vida sensual, la camaradería amorosa
  
De pequeñas aprendimos que lo normal es que el amor erótico se limite a una sola persona del sexo contrario. Es cierto que en la época de guardería  los adultos ríen cuando decimos que tenemos varios novios o varias novias, como si fuese una extravagancia infantil; pero pronto se nos enseña que el deseo sexual y la intimidad solo se comparten con uno. Lo demás es etiquetado como promiscuidad, adulterio o traición, y pronto comprobamos que transgredir las normas de la monogamia en nuestra sociedad tiene un coste muy alto. 


Y es que la mayor parte de las sociedades humanas límitan la libertad sexual y amorosa de sus miembros; nuestras comunidades poseen unas reglas morales y legales, unos tabúes y prohibiciones que constriñen nuestro deseo sexual con la excusa de mantener el orden social y la convivencia. 


Las sociedades en las que se practica el amor libre son minoritarias, pero han existido y existen con variaciones. Un ejemplo de ello es la cultura hippie o la cultura anarquista libertaria, o culturas no occidentalizadas como la comunidad de los Mosuo en China (os pongo el vídeo al final del artículo). A mí me fascina que a través de los medios de comunicación podamos acceder hoy a culturas que tienen ideologías amorosas diferentes a la nuestra. Y es que al estar basada en las relaciones jerárquicas y la monogamia, limitan enormemente nuestra capacidad de disfrute y nuestras releciones amorosas. 


En el amor romántico occidental, la monogamia es la parte luminosa, y el adulterio es la parte oscura de las parejas. El adulterio siempre comienza siendo clandestino y causa un enorme escándalo social, en cambio la gente que practica el amor libre se ve exenta de vivir ocultando sus amores, mintiendo a su pareja “oficial”, traicionando la confianza de los suyos. Las poliamorosas, por ejemplo, son personas que viven el amor sin estar sujetos a la idea de la propiedad privada, la exclusividad, el miedo y los celos, o al menos, trabajan para lograr relaciones más plenas basadas en la libertad, la confianza, la sinceridad, el cariño.

El amor libre es una forma de quererse que han seguido algunos grupos humanos desde el principio de los tiempos. La idea principal es que los amantes permanecen juntos hasta que dejan de querer estarlo, y no tienen que limitar su amor a una sola persona. En el amor libre no hay propiedad privada, de modo que cada una hace con su cuerpo lo que quiere, y nadie tiene exclusividad sexual sobre el cuerpo de otra persona.


Las relaciones libres están basadas en las ideas de igualdad, libertad y fraternidad; es una forma de expandir el acto amoroso y liberarlo de las normas morales sexuales de cada sociedad. El amor libre es contrario al egoísmo de las personas; de lo que se trata es de que todos disfruten, que no existan monopolios que constriñan las relaciones. La práctica del amor libre trata de derribar prejuicios, tabúes, discriminaciones, prohibiciones y normativas, y basa sus relaciones en la sinceridad y la confianza mutua. En el amor libre no tendrían lugar las mentiras, los engaños ni la hipocresía, y mucho menos la doble moral. 

Estas idealizaciones tienen un carácter utópico que viene dado por su impracticabilidad: para que se diera el amor libre las personas tendrían que vivir en un sistema social, político y económico de carácter libertario, es decir, sin jerarquías de poder. Podemos afirmar, pues, que el amor libre es también un mito que sin embargo ha sido practicado en todas los siglos y épocas, del mismo modo que el amor romántico.

En el ideario del amor libre no existen relaciones de poder o dominación, y por tanto, en su visión idealizada, estaría libre de engaños y traiciones, de obstáculos y mentiras, de acciones desesperadas, homicidios y suicidios. El amante libre acepta el rechazo del otro, o el fin de las relaciones con el otro, con sumadeportividad, admitiendo que no se puede hacer nada sobre las pulsiones sexuales y el estado de enamoramiento en otra persona. 

Por lo tanto, no hay estrategias que cumplir, no hay tramas en las que tratar de forzar la realidad, no hay ganas de hacer sufrir al otro para atraerlo de nuevo hacia el amante. Simplemente porque se respeta que el otro no quiera, y se le deja marchar tan libremente como llegó. Cierto que se le puede transmitir la desazón que nos provoca la ruptura, pero el amante libre sigue amando al otro y a los demás porque su forma de estar en el mundo es amorosa. El amor libre no contempla la batalla, la guerra, el acoso o la conquista, la derrota o el triunfo.

El amor libre es más recolector que cazador, porque no emplea la violencia de la pasión, porque permite que el tiempo y el libre fluir de los acontecimientos le junten y le separen de las personas. Además, el amante libre disfruta siempre el carpe diem, porque no proyecta su dominio sobre el otro, su influencia o su poder en el futuro. Vive lo que hay, en el terreno de la interacción de los cuerpos, y lo vive con profundidad, estando presente en el acto amoroso, entregándose por completo a sus sentimientos y emociones; el amor libre carece de obstáculos porque se siente como energía vital y como experiencia maravillosa.




 Nuestro sistema está basado en el poder, la propiedad privada, el egoísmo, y la competitividad, y todo ello aderezado por la xenofobia, la misoginia, la homofobia, etc. de modo que es difícil que podamos practicar el amor libre de prejuicios, jerarquías y  discriminaciones. Es casi una utopía convencer al amante que lo normal es que se alegre de que su amada esté gozando con otra persona, sencillamente por el miedo y las inseguridades que este acto puede provocarnos. Yes que los grandes males de la Humanidad vienen provocados por la esclavitud del apego y el intenso miedo que siente el ser humano a perder a sus seres queridos, sus posesiones, su posición, su profesión, su honor, su estabilidad. El miedo a las mujeres, a etnias, culturas, idiomas diferentes, el miedo a enamorarse, el miedo a no sentir, el miedo a vivir y el miedo a morir: el miedo es sin duda el principal obstáculo para la libertad y la felicidad del ser humano.



Breve recorrido histórico del amor libre





El término amor libre, también conocido como unión libre o unión de hecho, surge a finales del siglo XIX y forma parte de la ideología del anarquismo, aunque también tuvo defensores anteriores y posteriores que no se identificaron con esa ideología. Según la concepción anarquista, todo acuerdo libre entre personas adultas es un compromiso legítimo que debe ser respetado por quienes lo suscriben así como por terceros, por lo tanto las relaciones sentimentales o sexuales no necesitan ningún permiso o autorización expresa del Estado, ni ningún compromiso religioso.




La libertad del amor libre se fundamenta en la soberanía individual y la asociación voluntaria, por lo que además de la unión libre incluye:
            La elección libre de pareja.
            El ejercicio del placer sexual.
            La camaradería afectiva.
            Respeto y sinceridad entre ambas partes.

El amor libre ha llegado a confundirse muchas veces con la ausencia de cualquier responsabilidad o compromiso en el amor y en las relaciones sexuales. Lo que se enfatiza en las diferentes concepciones de amor libre es que las relaciones amorosas o sexuales deben ser libres y por tanto responsables, es decir tomadas en un estado de conciencia.

        En unos casos designa una forma de convivencia voluntaria basada en la sinceridad y el respeto mutuos, ya se trate de una relación a corto o a largo plazo.
        El encuentro sexual ocasional, siempre que sea consensuado y responsable también encaja dentro de esta visión.


Las concepciones revolucionarias enmarcaban al amor libre como algo necesario dentro del cambio social. Las posiciones de amor libre han sido especialmente defendidas dentro del anarquismo y en algún grado en el liberalismo y el socialismo por mujeres feministas, aunque también por muchos varones. Dentro del anarquismo se puede destacar los ensayos y la acción de mujeres anarquistas como Emma Goldman o Voltairine de Cleyre, en el área del marxismo están los escritos de Alexandra Kollontai, teórica feminista rusa.



En el siglo XX, la defensa y práctica del amor libre resurgió en la generación Beat de los años 50, en mayo del 68 y en  el seno del movimiento hippie en Estados Unidos, que se convirtió en una subcultura cuyos principios aún son seguidos hoy en día con diferentes grados de intensidad. Aún quedan comunidades en aldeas remotas hippies  (por ejemplo, en la alpujarra granadina o en algún pueblo de la costa gaditana), pero como sucede con casi todos los movimientos colectivos, hoy en día pervive en nuestras sociedades mayormente en el mundo de la moda y la estética. A pesar de ello, el impacto de esta cultura alternativa fue enorme y tuvo unas consecuencias  visibles, porque es el marco en el cual se desató la revolución sexual.

La cultura hippie era profundamente pacifista y ecologista, porque hicieron del amor su máxima vital: 

"Vivimos en un mundo en el que nos escondemos para hacer el amor... pero la violencia se practica a plena luz del día" (John Lennon).  


Los y las hippies destacaron la necesidad de relacionarse amorosamente con la tierra, sus recursos y sus habitantes. Indisolublemente unido a este concepto sobre el amor universal, estaba el concepto de libertad. Los hippies rechazaban el poder, las jerarquías, la dominación y la autoridad, y proponían relaciones igualitarias, libres y armoniosas entre los seres humanos. Despojaron al erotismo y a la pasión de su afán posesivo y exclusivista, de su indisolubilidad, y sobre todo la desproveyeron de su dimensión económica y social. El amor era una forma de trascendencia y espiritualidad, la entendían como la fuerza que guió a Cristo en su intento rebelde de acabar con las injusticias de los poderosos y la desigualdad económica.

Las hippies detestaban las clases sociales, la moral sexual burguesa, las relaciones basadas en la propiedad privada y poseían un estilo de vida hedonista cuya máxima era el carpe diem. Rechazaban la violencia y por ello la lucha armada; su discurso no estaba lleno de rabia, sino de amor. Creían que para cambiar el mundo primero debíamos cambiar los humanos, conocernos mejor a nosotros mismos, trabajarnos las miserias humanas, y hacer felices a los demás, de modo que cuando se reunían era para celebrar que estaban vivos. 



El movimiento hippie organizó numerosas protestas contra la guerra de Vietnam, pero también se reunieron para desnudarse, bailar, cantar, amarse sin trabas, y probar drogas psicotrópicas; en este sentido es un movimiento cultural que se asimila al Romanticismo por su afán escapista. En los grandes festivales practicaban nudismo, escuchaban música y se relacionaban  libremente entre sí, provocando un escándalo social en la puritana sociedad estadounidense.

El movimiento hippie era idealista porque creía que la paz mundial, la igualdad económica, el fin de las jerarquías y el triunfo del amor libre eran posibles. Exportó a Occidente la filosofía oriental y las formas de espiritualidad de hindúes y budistas, poco conocidas hasta entonces. Su punto de referencia fue la India, y de allí exportaron a Occidente sus prácticas religiosas, el Yoga y la Meditación trascendental, la música, los símbolos y sobre todo, la filosofía de la no violencia budista.


A pesar de que los teóricos no se ponen de acuerdo sobre el impacto real en la sociedad de este movimiento, lo que es indudable es que el hippismo fue uno de los primeros fenómenos sociales que triunfaron por su visibilidad mediática. 





Actualmente esta concepción del amor libre ha tomado diferentes formas y expresiones, como por ejemplo los amores Kuir,  los amores swinger o el poliamor, que está basado en la multiplicación de parejas de forma libre. El poliamor mantiene la estructura dual pero rompe con la exclusividad, y abre las relaciones a un mundo más diverso, más complejo, más enriquecedor. Hoy es practicado por muchas personas, y se considera que personajes más famosos que han practicado poliamoría son: Simone de Beauvoir, Sartre, John Lennon, Yoko Ono, Anáis Nin...

Generalmente las prácticas amorosas y sexuales alternativas han sido practicadas en el silencio, en el seno de reducidos grupos sociales, por ejemplo entre las clases altas. Pero en la actualidadvan tomando visibilidad gracias sobre todo a Internet, a reportajes periodísticos en los grandes medios sobre estos grupos, a una mayor tolerancia social sobre la diversidad sexual y amorosa. 

La Red es un punto de encuentro para obtener información, compartir puntos de vista, conocer gente con ideologías amorosas parecidas a la tuya, y crear redes poliamorosas, de intercambio de pareja, de prácticas como el bdsm, etc.  



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