La Túnica Palmaria

jueves, 5 de enero de 2012


El retorno del porno chic

Por:  05 de enero de 2012
De hace unos años para acá, el llamado movimiento pospornográfico se ha proclamado como el no va más de la lectura intelectual de la pornografía como objeto cultural. Se supone que es la última revolución erótica, un torrente multidisciplinario que se expresa en películas, performances, seminarios universitarios, obras de arte y hasta conciertos. Permítanme decirlo aquí mismo: mientras más lo conozco, más sueño me entra.

El término lo acuñó Annie Sprinkle, una legendaria abuela del porno, que en sus tiempos era una morena gordita rica que hacía unas películas entre cutres y graciosas, y que con los años fue mutando hacia una mezcla entre gurú del sexo,performer y artista conceptual que a mí, sinceramente y después del numerito de las bodas por colores, me parece una tomadura de pelo. En este proyecto, realizado a medias con el amor de su vida Elizabeth Spethens, la diva del posporno se casa con su chica una vez al año, cada año por un rito distinto, con un color distinto del arco-iris, y cobrando una pasta gansa por montar el tinglado. No sé si le pillan ustedes el tranquillo a la cosa. A mí que me lo expliquen. ¿Posporno en estado puro?

© james stiles
Fotografía de James Stiles
A ratos me da por pensar que, más que una rebelión, el posporno es un auténtico retroceso en la revolución sexual, una tendencia arty presta a caer en el olvido y otra innecesaria teoría académica, de los mismos productores responsables de los estudios de mujeres, la teoría queer y aún sé lo que hiciste el semestre pasado.
En todo caso, y dejando a un lado el artisteo, el retorno del Porno Chic es un fenómeno consumado, y ya tan pasado de moda que lo cuentan en las revistas de los quioscos, que es más o menos cuando se ponen las cosas de moda en España. El término, acuñado en 1973 por el periodista de The New York Times Ralph Blumenthal, marcó la edad dorada del cine para adultos rodado en 35 mm, con joyas como Behind the Green DoorThe Devil in Miss JonesGarganta Profunda,The Opening of Missty Beethoven y toda la filmografía de mi adorado Radley Metzger, entre muchos otros clásicos.
Si entonces acudía a las salas de cine porno una mezcla fascinante de público, modernos y celebrities como Andy Warhol, Norman Mailer, Dennis Hopper y la mismísima Jackie O, hoy en día el consumo es a puertas cerradas y el targetindiscutible son las mujeres. Para los verdaderos entusiastas y enterados, hay festivales para conocer a los nuevos creadores y redescubrir viejas glorias, como elPorn Film Festival Berlin en el Kino Moviemento, el Good Vibrations Indie Erotic Film Festival de San Francisco en el Castro Theater o el Good for Her Feminist Porn Awards de Toronto, y eventos esporádicos como la reciente muestra "La Internacional Cuir" comisariada por Beatriz Preciado y celebrada nada más y nada menos que el Museo Reina Sofía, por si quedaba alguna duda de que la cosa eschic.
KimKane by Alejandra Guerrero
Fotografía de Alejandra Guerrero. Via Kimberley Kane
Larry Flynt, el legendario editor de la revista Hustler que ha dedicado media vida a la lucha por defender la libertad de expresión en los Estados Unidos, sostiene que sólo existen dos tipos de personas a los que no les gusta la pornografía: aquellos que no tienen idea de lo que están hablando, y aquellos que no saben lo que se pierden.

Engrosando las filas de ambas categorías hay mujeres y mujeres y más mujeres. Esas que afirman rotundamente y con cara de repeluz que no les gusta la pornografía. Y es que la postura antiporno, heredada de una caduca batalla feminista y puritana en contra de lo que se consideraba “explotación de la mujer”, no se sostenía ni en la década de los setenta. Hay libros para iniciarte y cines a la carta. Lo recomiendan las revistas femeninas y lo comentan tus amigas más modernas. Así que, por favor, amiga: ¡no digas que no te gusta el porno!
Como en cualquier otra industria, en el porno hay divas (contract girls), mandos medios (promesas) y currelas (expertas en DP). Becarias a tutiplen (amateurs) y jubiladas en activo (MILF). Y si algo tienen en común es que han decidido dedicarse al cine para adultos voluntariamente, por vocación o por dinero, como cualquier profesional de campos menos polémicos.
Ver porno puede ser una experiencia fantástica, tanto a solas como en pareja, que además de cumplir su función primordial masturbatoria, puede servirnos para recorrer el amplísimo repertorio de prácticas, fantasías y perversiones desde la comodidad de nuestros hogares.

Je dis non, Ali. de T. Arthur Cottam

Y no se trata de aprender a hacerlo como en el porno —las actrices y actores que se dedican a este negocio son profesionales con unas técnicas amatorias tan sofisticadas que no siempre pueden repetirse en casa— sino de ver porno para descubrir qué otras cosas nos ponen, reírnos, asombrarnos... Además, en el neo Porno Chic hay categorías y géneros para todos los gustos, desde el porno político que hace el entrañable y provocador Charly Lum, hasta porno animación, como la divertida Judas and Jesus (2009) de Olaf Encke y Claudia Romero, en el que María Magdalena trabaja de Dominatrix en un sex club y Jesús busca 30 euros para pagar la entrada.

 
El carnaval de los animales, de Michaela Pavlatova
Durante demasiado tiempo se ha defendido la absurda convicción de que a las mujeres no les gusta ver sexo explícito. Tampoco es de extrañar, si recordamos que la primera oleada de porno para mujeres dirigidas por hombres consistía en películas softcore con guiones de fórmulas gastadas, repletas de prácticas blandengues, con chimeneas, copas de champán y música de Richard Clayderman, capaces de hundir en un sueño profundo a la maruja más erótica-festiva.

Afortunadamente, una nueva oleada de directoras están revolucionando la actitud de la mujer ante el cine porno, con películas que van desde las acrobacias hardcore, anales y fetichistas de Belladonna hasta el lenguaje visual moderno y feminista de Erika Lust en España:

Handcuffs (2009), de Erika Lust
A continuación os dejo algunas recomendaciones al vuelo para buscar, ver y valorar: All About Anna, dirigida por Jessica Nilson y producida por Lars Von Trier;inter-raciales como Poderosa Afrodita, de Venus Hottentot o bisexuales comoRelaciones bilaterales (The Bi Apple) de Audacia Ray; fetichistas de factura impecable como la filmografía de Maria Beattydivertidas y desenfadadas como las películas de Kimbely Kane para la factoría Alt Porn y películas hechas por lesbianas para lesbianas, como las de Shine Louise Houston o Emilie Jouvet; películas que defienden el feminismo entre cuerdas, azotes y gritos de espasmo como en los mejores títulos de la genial Madison Young, o fascinantes fábulas desexualidad queer como las firmadas por la enfant terrible Courtney Trouble.
Por supuesto, el porno, como todo objeto cultural, es un producto hijo de su tiempo. Y en nuestra época, se está llevando a cabo una renovación importante en términos de calidad, pluralidad y técnicas narrativas. Directores, productores y actores emergentes de pornografía en países tan dispares como Estados Unidos y Tailandia, Argentina y Japón, España o Australia, están trabajando con una creatividad inusitada para reinventar los cánones del género, creando no sólo el porno de una nueva generación, sino porno para nuevas audiencias: para transexuales, bisexuales, lesbianas, mujeres, fetichistas de toda pelambre y hasta amantes del documental o de la porno comedia.
Atrévete a perder la porno-virginidad. Te llevarás muchos chascos, como es natural en el cine de autor, pero hay miles de escenas esperándote para llevarte lejos, muy lejos del sofá. 

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